Era la tarde del matrimonio de su hermana mayor pero George Mathenson no podía estar feliz. Aunque para todos, el matrimonio de un familiar es motivo de alegría y celebración, a Mathenson le recordaba su aparentemente triste y desolada situación. Y es que años atrás, él mismo había estado comprometido para casarse, pero su prometida lo había abandonado al enterarse de que iba a quedar totalmente ciego en poco tiempo y que no había cura para su enfermedad. Sus palabras fueron “no puedo ir por la vida con un hombre ciego”. Desde los 20 años, cuando perdió por completo la visión, su hermana había cuidado de él y había sido su apoyo y guía en todas sus actividades. Antes de perder por completo la visión se graduó de la universidad de Glasgow de sus estudios en clásicos, lógica y filosofía. Sin embargo debido a su discapacidad no pudo continuar sus estudios de investigador que tanto anhelaba. En cambio se dedicó al servicio de la predicación.
Gracias a la ayuda de su hermana podía preparar los sermones para la congregación y hacer sus escritos. Pero la persona que lo había ayudado durante todo este tiempo se casaba en ese día, y la soledad y el abandono lo hacían sentir pobre y desvalido. Fue en esos momentos en los que Mathenson decidió entregar nuevamente toda su vida a Dios, y según cuenta la historia, escribió en cinco minutos el poema Amor que no me dejarás; un himno donde se aferra completamente a Dios, el único que nunca lo abandonó y lo ayudó a ver el arcoíris de la promesa en medio de su tormentosa vida a través de los ojos de la fe.